jueves, 4 de septiembre de 2014

Resultados preliminares. Primera parte de la investigación: Descripción de la estructura del campo

      1. Características generales del producto
El “producto” con el que tratamos aquí –la educación universitaria de pregrado– tiene características que lo hacen muy diferente a campos más estrictamente económicos. Tratamos aquí no con una mercancía cualquiera, sino con un bien cultural de fuerte componente simbólico. Por una parte, el título universitario es la principal forma de capital cultural institucionalizado y constituye, por tanto, un determinante del posicionamiento de los individuos y de sus familias en el espacio social. Por otra parte, la educación universitaria, para aquellos que acceden a ella, constituye un elemento decisivo de la trayectoria vital individual y familiar. La profesión define en gran parte la identidad en la vida adulta, y el éxito o el fracaso profesional suele atribuirse en buena medida a la educación recibida en la universidad. Es posible, pues, hablar, de una “mitología” de la universidad.
La fuerte carga de sentido se expresa en la gravedad que las familias suelen atribuir a la decisión de elegir una carrera, dado determinado horizonte de opciones. Hay carreras que se consideran más distinguidas que otras, aunque esto cambia según el individuo y su espacio familiar. Pero también, y esto es lo que nos interesa aquí, existen universidades más distinguidas que otras. Aquí es posible postular una relación entre la posición de clase y la significación subjetiva que le otorga el cliente a la educación universitaria, por un lado, y el prestigio que posee una universidad dentro del campo, por otro. En otras palabras, la lucha por el prestigio que se da en el mercado universitario busca sintonizarse y captar tanto los recursos objetivos como las disposiciones subjetivas de los clientes.
      
      2.       Estructura del campo de las carreras de pregrado en Chile
      
      a)      Capital financiero
Una primera diferenciación clara entre los agentes del campo se encuentra en sus volúmenes de capital financiero. De acuerdo con el informe sobre el estado financiero de las universidades realizado en 2011 por el Ministerio de Educación, las diez universidades con mayores ingresos operacionales por alumno son las siguientes:
Instituciones
Ingreso operacional por alumno (MM$)
PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE*
12,1
UNIVERSIDAD DE CHILE*
9,6
UNIVERSIDAD DE ATACAMA*
8,5
UNIVERSIDAD DE LOS ANDES
5,8
UNIVERSIDAD ADOLFO IBÁÑEZ
4,9
UNIVERSIDAD AUSTRAL DE CHILE*
4,8
UNIVERSIDAD TECNOLOGICA DE CHILE INACAP
4,6
PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE VALPARAISO*
4,4
UNIVERSIDAD DEL DESARROLLO
4,2
UNIVERSIDAD FINIS TERRAE
4,1
*Universidades CRUCH
Fuente: Ministerio de Educación, 2011. Estados financieros de las universidades. Segunda entrega
No obstante, existen diferencias importantes en términos de las fuentes de ingreso. Cinco de las instituciones de la lista anterior pertenecen al Consejo de Rectores de Universidades Chilenas (CRUCH). A diferencia de las universidades del llamado “sistema privado”, sus ingresos son menos dependientes de los aranceles de pregrado. Para el total de las universidades del CRUCH, estos aranceles representan el 42% de sus ingresos, mientras para las otras universidades constituye el 79%. La diferencia radica en tres rubros: 1) aportes basales y fondos concursables del Estado (el 98% es para las instituciones del CRUCH); 2) donaciones (69% para universidades CRUCH) y 3) las prestaciones de servicios.
Estructura de ingresos operacionales

Universidades CRUCH
Universidad privada
Total general
Aportes Basales y Fondos Concursables
294.551
5.331
299.883
Aranceles de Pregrado
609.792
780.286
1.390.078
Aranceles de Postgrado
55.073
52.299
107.373
Donaciones
30.446
13.617
44.062
Ingresos de cursos y programas de extensión
49.723
31.517
81.240
Prestaciones de servicios
294.393
64.791
359.183
Otros ingresos
103.527
39.671
143.198
Total general
1.437.505
987.513
2.425.017
Fuente: Ministerio de Educación, 2011. Estados financieros de las universidades. Segunda entrega
Las universidades con mayores aportes basales y fondos concursables son: en primer lugar, la Universidad de Chile, que, en su calidad de universidad pública, recibe el 20% de estos fondos; en segundo lugar la Pontificia Universidad Católica de Chile; en tercer lugar la Universidad de Concepción; y en cuarto lugar, la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
En lo que se refiere a los ingresos por prestación de servicios, el 80% de ingresos al sistema universitario por este concepto corresponde a dos instituciones: Pontificia Universidad Católica de Chile (52% del total) y Universidad de Chile (27% del total). Les siguen en importancia la Universidad Tecnológica de Chile, la Universidad Técnica Federico Santa María y la Universidad de Concepción.
A partir de estos datos, podemos observar que en términos de volumen de capital financiero, las posiciones dominantes están compartidas tanto por universidades tradicionales como por universidades del “sistema privado”. Estas últimas están bien posicionadas en el mercado de la matrícula tanto de pregrado como postgrado, y en este rubro suponen una importante competencia para las universidades tradicionales. Sin embargo, las instituciones que pertenecen al CRUCH mantienen una posición de ventaja financiera por su acceso privilegiado a dos rubros: fondos basales y concursables, y prestación de servicios. La situación del primer rubro, de lejos el más importante, está directamente vinculada a las reglas de juego definidas desde el Estado: la diferencia entre universidades públicas y privadas, y la diferencia entre universidades que pertenecen al CRUCH y las que no pertenecen. La ventaja en términos de prestación de servicios está ligada, en cambio, a diferencias de infraestructura, el tipo de carreras que se oferta y las capacidades de investigación (capital tecnológico), así como sus vínculos con mercados distintos al universitario (por ejemplo, el mercado de la salud).
Respecto del rubro de donaciones, las dos principales universidades del CRUCH (Pontificia Universidad Católica de Chile y Universidad de Chile) se encuentran entre las instituciones que más donaciones reciben. Sin embargo, este también es un aspecto en el que universidades del “sistema privado” compiten con las tradicionales. La Universidad de los Andes fue en 2013 la institución que mayores donaciones recibió, por encima de la Pontificia Universidad Católica de Chile. La Universidad del Desarrollo ocupó, en cambio, el tercer lugar, por encima de la Universidad de Chile[1]. Las capacidades diferenciadas de acceso a donaciones puede atribuirse, en parte a diferencias en antigüedad y prestigio (capital simbólico), en el que las universidades tradicionales llevan la ventaja; pero la causa directa está en el capital social de las universidades, es decir, en sus vínculos con grupos empresariales, redes de ex alumnos y también grupos religiosos.
      
      b)      Capital comercial
El capital comercial de empresas dedicadas a servicios está constituido principalmente por las capacidades de marketing. Sin embargo, existe aquí una importante peculiaridad. El peso que una universidad le concede al ámbito de comercialización de su “producto” no es necesariamente indicador de una posición dominante en el campo, más bien ocurre lo contrario. A pesar de que las teorías y prácticas del management han penetrado con fuerza en las universidades, el “producto” no puede mostrarse directamente como mercancía y las instituciones no pueden presentarse a sí mismas como meros negocios, en razón de su peculiar carga simbólica. Esto se vincula también con la especial importancia que tiene el prestigio en el mercado universitario, y con el habitus académico que pone énfasis en la reputación a partir de criterios propiamente académicos.
Todas las universidades tienen múltiples estrategias comerciales, como la participación en ferias educacionales, las visitas a colegios, la impresión y distribución de folletos, la presencia en Internet, la presencia en espacios no publicitarios de los medios, etc. (Wörner, 2012: 4). Igualmente, todas poseen sus estrategias de imagen institucional y de “posicionamiento de marca”. Sin embargo, los datos de inversión en publicidad de medios confirman la tesis planteada más arriba. Hay universidades que invierten poco en publicidad: por un lado, las de provincia, y, por otro, las del CRUCH. Las universidades que realizan el mayor gasto en publicidad son las de menor prestigio: el grupo de universidades clasificadas como “universidades docentes no selectivas de tamaño mayor” invierte 37,54% del total de publicidad del sistema universitario, mientras el grupo de “universidades de investigación” invierte solo el 11,41% (Wörner, 2012: 10).
        
      c)       Capital simbólico
Existen varios elementos que sirven como indicadores del prestigio de las universidades, y que son de especial importancia en las luchas al interior de este campo particular. De acuerdo con Brunner, los análisis económicos y sociológicos de los mercados universitarios concuerdan en que la competencia por prestigio es la regla que guía el comportamiento de las instituciones (Brunner, 2007: 111). Al prestigio contribuyen varios elementos, como la existencia de programas de postgrado, la investigación y las publicaciones (que en sí mismos constituyen otros mercados, pero que pueden considerarse también estrategias para atraer estudiantes), la calidad de los profesores y estudiantes, etc., elementos que se hallan todos relacionados entre sí (Brunner, 2002: 128).
Existen, no obstante, ciertos símbolos de prestigio que condensan el capital simbólico, y que pueden comunicarse con facilidad en el espacio de los consumidores. Un primer elemento es la antigüedad, la cual no solamente ejerce simbólicamente, sino que está institucionalizada en la existencia misma CRUCH, incluso, como hemos visto, con consecuencias directamente financieras.
Junto a este elemento más tradicional de antigüedad, existen mecanismos institucionalizados que se utilizan para “medir” la calidad de las universidades, pero que en la práctica fungen como símbolos de prestigio que circulan en el mercado universitario. El más importante de estos mecanismos son los rankings de universidades. Un campo económico en sí mismo, las empresas de ranking se han convertido a nivel mundial en importantes actores de los sistemas universitarios; podríamos decir que las difusiones de rankings sustituyen la necesidad de publicidad para aquellas universidades bien posicionadas.
Uno de los rankings internacionales más importantes es el QS, que desde 2011 publica una lista de universidades latinoamericanas. En el 2014, la Pontificia Universidad Católica de Chile ocupó el primer lugar, y la Universidad de Chile, el sexto. Solo la Universidad de Concepción (puesto 12), la Universidad de Santiago de Chile (puesto 16) y la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (puesto 29) son otras universidades chilenas que están en los treinta primeros puestos. Universidades del sistema privado aparecen recién en el puesto 52 (Adolfo Ibáñez), 66 (Diego Portales) y 80 (Los Andes)[2]. Podemos afirmar, en consecuencia, que este tipo de rankings refuerza enormemente la posición dominante de las universidades tradicionales en términos de prestigio, sobre todo de la Universidad Católica y la Universidad de Chile.
Finalmente, en el sistema universitario chileno es de gran importancia el hecho de que no se compite simplemente por estudiantes, sino por buenos estudiantes, es decir, con puntajes altos en las Pruebas de Selección Universitaria (PSU). La captura de buenos estudiantes conlleva el incremento del prestigio, y por lo tanto, la atracción de nuevos buenos estudiantes. Hay que añadir, además, que esto tiene un efecto financiero a través del aporte fiscal indirecto (AFI) que reciben las universidades por parte del Estado de acuerdo con el ingreso de estudiantes de puntajes altos. En este sentido, atraer a los mejores estudiantes es cuestión de prestigio y también directamente una cuestión económica (Wörner, 2012: 3).




[1] Fuente: El Dínamo http://www.eldinamo.cl/2014/04/09/empresariado-dono-16-mil-millones-a-la-universidad-catolica-u-de-los-andes-y-del-desarrollo-durante-2013/ 

[2] Fuente: QS Latin American University Rankings 2014. http://www.topuniversities.com/latin-american-rankings

lunes, 25 de agosto de 2014

Conceptos, pregunta y métodos

I.      CONCEPTOS

1. Campo económico
El estudio que ofrece Pierre Bourdieu en Las estructuras sociales de la economía (Bourdieu, 2001) supone una aplicación de su teoría de la práctica al ámbito de las empresas y los mercados. En realidad, su teoría general describe a todas las prácticas sociales como una “economía” en el sentido amplio del término, es decir, como campos de lucha, donde la economía en sentido estricto es solo una forma entre otras de práctica social (Bourdieu, 2007: 83).
El concepto de campo busca combinar tanto una perspectiva estructuralista como una visión estratégica. Los agentes se comportan estratégicamente dentro del campo, pero no se trata de decisiones que obedezcan a una mera racionalidad abstracta e incondicionada, sino que las estrategias se llevan a cabo dentro de restricciones estructurales. Los agentes tienen cierta libertad de juego, pero “las decisiones no son más que opciones entre posibilidades definidas, en sus límites, por la estructura del campo, y que las acciones deben su orientación y eficacia a la estructura de las relaciones objetivas entre quienes las introducen y quienes las padecen” (2001: 224).
En el caso del campo económico, los agentes son las empresas que compiten dentro de determinado subcampo (que corresponde con el llamado “sector” económico o “rama” de la industria), cada uno con sus particularidades. A diferencia de la teoría neoclásica que considera a la economía como un espacio de actores que se comportan racionalmente bajo la disciplina del mercado, la tesis de Bourdieu es que este espacio posee una estructura que ubica a las empresas en posiciones desiguales, y esta distribución desigual “pesa, más allá de toda intervención o manipulación directa, sobre el conjunto de los agentes participantes en el campo, a quienes restringe tanto más el espacio de posibilidades abierto ante ellos cuanto peor situados están en esa distribución” (2001: 223).

     2.   Tipos de capital
La estructura del campo, y por tanto el estado de fuerzas de los agentes, se define por el volumen y el tipo de capital que poseen las empresas dedicadas a la producción de bienes similares. La llamada “participación en el mercado” corresponde con el hecho de que las empresas controlan una parte del campo, tanto más grande cuanto más importante es su capital.
No se trata solamente del volumen de capital, sino también del tipo de capital, pues para Bourdieu la estructura del campo no se limita al capital reconocido por la teoría económica (es decir, en la forma de dinero o activos), sino que se trata de un concepto amplio que incluye varias manifestaciones. En el caso del campo económico son relevantes los siguientes tipos:
1) Capital financiero: es el dominio directo o indirecto (por medio del acceso a los bancos) de recursos financieros. Este tipo de capital tiene cierta primacía, dado que constituye con el tiempo la condición principal de la acumulación y la conservación de todas las otras formas de capital.
2) Capital tecnológico: recursos científicos (potencial de investigación) o técnicos susceptibles de ponerse en juego en la concepción y la fabricación de los productos.
3) Capital comercial: el dominio de redes de distribución (almacenamiento y transporte) y de servicios de marketing y posventa.
4) Capital social: es el conjunto de los recursos movilizados a través de una red de relaciones que procura una ventaja competitiva al asegurar rendimientos más elevados de las inversiones.
5) Capital simbólico: radica en el dominio de recursos simbólicos fundados en el conocimiento y el reconocimiento, como la imagen de marca, la fidelidad a la marca, etc.; poder que funciona como una forma de crédito, supone la confianza o la creencia de quienes lo padecen. (2001: 222)

3.       Empresas dominantes y empresas secundarias
El campo supone una lucha entre agentes que cuentan con recursos diferentes (distintos volúmenes y tipos de capital). Estos agentes se enfrentan para tener acceso al intercambio y conservar o transformar la relación de fuerza vigente.
El dominio de una parte importante del capital confiere un poder sobre el campo y, por lo tanto, sobre las empresas menos provistas de capital. Nos encontramos, así, con las firmas dominantes que ejercen su presión sobre las dominadas y sus estrategias, más que por intervenciones directas, por el peso que poseen en la estructura. La empresa o empresas dominantes están en condiciones de imponer las reglas de juego más favorable a sus intereses; constituyen un punto de referencia obligado para sus competidores, quienes se ven forzados a tomar posición con respecto a ellas. Sobre todo, el capital simbólico con que cuentan gracias a su preeminencia y su antigüedad, les permite recurrir con éxito a estrategias destinadas a intimidar a sus competidores (2001: 230).
La distribución desigual de capitales y la existencia de empresas dominantes hace que el campo económico, como todo campo, tenga una tendencia inmanente a la reproducción de la estructura. Sin embargo, las estrategias de las empresas que ocupan un lugar secundario pueden amenazar y eventualmente modificar la estructura del campo, tratando por ejemplo de bajar los costos y los precios, intentando colmar las lagunas de la acción de la firma dominante y ocupar ciertos nichos (2001: 230).
     
     4.   Estado y campo económico
El campo económico también establece intercambios con el exterior, y factores externos también pueden definir la estructura del campo. Dentro de estos factores es de especial importancia la relación con el Estado.
La competencia entre empresas asume a menudo “la forma de una competencia por el poder sobre el poder del Estado –en especial sobre el poder de reglamentación y los derechos de propiedad—y por las ventajas aseguradas por las diferentes intervenciones estatales” (2001: 231). La reglamentación y las intervenciones estatales forman parte de las reglas del juego vigentes, de modo que, más allá de la competencia estrictamente económica, estos elementos políticos también forma parte de la lucha entre las empresas; dado el caso, “las empresas dominadas pueden utilizar su capital social para ejercer presiones sobre el Estado y obtener de él la modificación del juego en su beneficio” (2001: 231). Así, el Estado no es solamente árbitro y regulador, sino que contribuye de manera decisiva a la construcción de la demanda y la oferta.

     5.  Habitus y espacio de consumidores
Si la estructura del campo describe el ámbito objetivo de las prácticas sociales, el concepto de habitus da cuenta de la subjetividad de los agentes. El habitus se constituye como sistema de estructuras cognitivas y motivadoras, disposiciones subjetivas que son compatibles con las condiciones objetivas del campo, de las “posibilidades e imposibilidades, las libertades y las necesidades, las facilidades y los impedimentos”, y preadaptadas a sus exigencias (2007: 88).
En el campo económico, el concepto de habitus es pertinente al momento de entender las capacidades y propensiones de los agentes económicos (como calcular, ahorrar, invertir, etc.), pero también entra en consideración para el análisis de las condiciones económicas y sociales que determinan las preferencias de los consumidores (2001: 240).
La teoría del habitus permite caracterizar a los consumidores como un conjunto de agentes heterogéneos, de disposiciones, preferencias e intereses muy distintos, pero ajustados a las restricciones de la estructura del campo económico en su totalidad y de “los subespacios más o menos restringidos en los que interactúan con un subgrupo limitado de agentes” (2001: 243). Así, los llamados nichos de mercado son descritos por Bourdieu como posiciones homólogas entre un espacio de productores y un espacio de clientes: la competencia entre empresas por el acceso al intercambio con una categoría particular de clientes “es también y sobre todo el encuentro entre productores que ocupan posiciones diferentes en la estructura del capital específico (en sus distintos tipos) y clientes que ocupan en el espacio social posiciones homólogas a las de estos productores en el campo” (2001: 235). Los nichos son esa sección de la clientela que la afinidad estructural asigna a las diferentes empresas, y en particular a las secundarias; sobre todo en el caso de bienes culturales y de fuerte componente simbólico, es probable que pueda observarse una homología entre el espacio de los productores y el espacio de los clientes (2001: 236).

II.                  PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA
Esta investigación pretende analizar el mercado universitario chileno desde la teoría de campo económico. Sin duda, las universidades constituyen un campo académico propio que va más allá de las luchas estrictamente económicas, sin embargo, también es evidente que estas instituciones compiten entre ellas por distintas fuentes de acceso financiero que luego serán reinvertidos en recursos para esa misma competencia. En ese sentido, es factible observar la situación de las universidades desde la lógica del campo económico.
Para este fin, nos concentraremos en uno de los principales mercados en disputa: la matrícula en carreras de pregrado. Los estudios y la titulación en pregrado son el producto que ofrecen en común todas las universidades, y las posibilidades de captación de estudiantes dependen de las condiciones estructurales que distinguen a las instituciones y les otorgan diferentes nichos de mercado. Por su parte, la clientela estudiantil elige matricularse en determinada universidad a partir tanto de los recursos financieros y de capital cultural con los que cuenta, como de sus preferencias subjetivas, a su vez ligadas tanto al tipo de oferta de carreras como al prestigio atribuido a cada institución.
El objetivo de esta investigación es describir este vínculo entre la estructura del mercado universitario y las características diferenciadas de los consumidores. Seguimos aquí la hipótesis planteada más arriba respecto de la existencia de una homología entre, por un lado, las posiciones diferenciadas de empresas dominantes y secundarias, y, por otro lado, el espacio de los clientes con sus recursos objetivos y disposiciones subjetivas.
Formulamos, así, las siguientes preguntas:
1) ¿Cuáles son las características estructurales que diferencian a agentes dominantes y secundarios en el mercado de carreras de pregrado en Chile?
2) ¿Cuáles son las disposiciones subjetivas de los estudiantes de pregrado respecto de la universidad en que estudian, y cómo se corresponden estas preferencias con la estructura de agentes dominantes y secundarios? 

III.                METODOLOGÍA
Las preguntas formuladas dividen al estudio en dos partes. La primera supone una descripción general del campo. Dado que existen varios estudios e información pública acerca del sistema universitario chileno, para esta primera parte se utilizarán datos de fuentes secundarias (ver referencias más adelante).
La descripción del campo requiere, como paso previo, una definición de sus características particulares, en términos del “producto” específico del que se trata. Adicionalmente, dadas las peculiaridades de este producto, es de especial importancia describir el papel de las políticas del Estado en la definición de las reglas del juego y en la estructura de la oferta y la demanda.
Una vez realizada esta primera aproximación, la descripción de la estructura del campo supone una comparación de las distintas universidades según sus niveles y tipos de capital. En primera instancia, seleccionamos los siguientes:
1) Capital financiero:  de acuerdo a estados financieros de las universidades
2) Capital tecnológico: tipos de carreras de pregrado que se ofrecen
3) Capital simbólico: prestigio de las universidades según antigüedad y ranking
La segunda parte de la investigación es una aproximación al estudio de las preferencias subjetivas de los clientes de este campo, de acuerdo con la estructura diferenciada entre agentes dominantes y secundarios. Un estudio exhaustivo del habitus del estudiante de pregrado requeriría una aproximación biográfica no solamente de los individuos sino también de sus familias. Para los fines de este trabajo, se seleccionará a un número limitado de estudiantes para realizar entrevistas en profundidad. También, por motivos de acceso, estas entrevistas se limitarán a estudiantes de la Región Metropolitana.
Una vez definida la estructura de agentes dominantes y agentes secundarios en el campo económico, se buscarán estudiantes que pertenezcan a universidades de ambos grupos, con el fin de comparar sus experiencias y percepciones acerca de estas instituciones. Las entrevistas pretenden registrar el punto de vista del consumidor en relación con su posición en el espacio social: el sentido que para el sujeto tiene la educación universitaria (como necesidad económica, como símbolo de distinción), y los motivos objetivos (financieros, puntajes académicos) y subjetivos (gustos, prestigio atribuido) que llevaron a escoger esa universidad y no otra.


Referencias
Bourdieu, P. 2001. Las estructuras sociales de la economía. Buenos Aires: Manantial
Bourdieu, P. 2007. El sentido práctico. España: Siglo XXI
Bruner, J. J. y Uribe, D. 2007. Mercados universitarios: el nuevo escenario de la educación superior. Santiago: Universidad Diego Portales
Ministerio de Educación, 2011. Estados financieros de las universidades. Segunda entrega. Disponible en:
http://www.consejoderectores.cl/web/pdf/Acta_537/Anexos_537/Estados_financieros_Universi ades.pdf
Mönckeberg, M. O. 2007. El negocio de las universidades en Chile. Santiago: Debate
Wörner, C. H. 2012. Marketing en la educación universitaria chilena. Disponible en: http://www.elmostrador.cl/media/2012/09/Estudio-sistema-universitario-final.doc

lunes, 11 de agosto de 2014

El mercado universitario en Chile: presentación del caso

La educación, universitaria en este caso, no puede considerarse una actividad económica en sentido estricto. Al menos desde el punto de vista de su finalidad última --ideal, diríamos-- una universidad se distingue de una empresa en que su objetivo no es el lucro, sino transmitir y producir conocimientos, destrezas, técnicas y, en general, cultura. Podría argumentarse también, desde otro punto de vista, acerca del carácter político de las universidades, dada la existencia tradicional de universidades públicas y del financiamiento estatal directo o indirecto, la importancia de las políticas públicas en educación superior, y las posibles asociaciones entre el mundo universitario y la acción política. Finalmente, muchas universidades están ligadas también a instituciones religiosas.
Las universidades no son, pues, asimilables a actores económicos sin más. Sin embargo, independientemente de los factores extra económicos, es evidente que los sistemas universitarios de las sociedades modernas no escapan a una dinámica de mercado en la medida en que ofrecen un servicio y compiten por captar una clientela. Esta faceta mercantil de las universidades se ha visto profundizada a nivel mundial en las últimas décadas, como lo evidencia el uso de lenguaje y de técnicas propios de las prácticas competitivas de las empresas, como el marketing, el ranking y el posicionamiento de marca. Por supuesto, se trata de un mercado de características peculiares, y cuya situación varía de acuerdo con las condiciones del sistema universitario en los distintos países.
En el caso de Chile, la condición de mercado del sistema universitario resalta con especial nitidez. El sistema universitario chileno es heredero de las políticas de fomento del mercado emitidas durante el régimen militar, así como de la flexibilidad gubernamental respecto de la proliferación de universidades privadas durante las décadas del 90 y del 2000. A diferencia de otros países de América Latina, Chile no cuenta con ninguna universidad pública gratuita o de bajo costo, de modo que las universidades estatales también deben competir en el mercado junto con las numerosas universidades privadas. 
El sistema universitario chileno se divide en dos grupos:
  • Universidades tradicionales: son instituciones tanto estatales como privadas, más sus sedes derivadas, creadas antes de 1981. Pertenecen al Consejo de Rectores de Universidades Chilenas, y reciben aportes fiscales directos. Son en total 25 instituciones:

Institución
Inicio de Actividades
Regimen
Universidad de Chile
1842
Estatal
Pontificia Universidad Católica de Chile
1888
Particular c/aporte
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
1928
Particular c/aporte
Universidad Arturo Prat
1984
Estatal
Universidad Austral de Chile
1954
Particular c/aporte
Universidad Católica de la Santísima Concepción
1991
Particular c/aporte
Universidad Católica de Temuco
1991
Particular c/aporte
Universidad Católica del Maule
1991
Particular c/aporte
Universidad Católica del Norte Ex U. del Norte (1956)
1964
Particular c/aporte
Universidad de Antofagasta
1981
Estatal
Universidad de Atacama
1981
Estatal
Universidad de Concepción
1927
Particular c/aporte
Universidad de La Frontera
1981
Estatal
Universidad de La Serena
1981
Estatal
Universidad de Los Lagos
1993
Estatal
Universidad de Magallanes
1981
Estatal
Universidad del Bío-Bío
1988
Estatal
Universidad de Playa Ancha de Ciencias de la Educación
1985
Estatal
Universidad de Santiago de Chile Ex U. Técnica del Estado (1947)
1981
Estatal
Universidad de Talca
1981
Estatal
Universidad de Tarapacá
1982
Estatal
Universidad de Valparaíso
1981
Estatal
Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación
1985
Estatal
Universidad Técnica Federico Santa María
1929
Particular c/aporte
Universidad Tecnológica Metropolitana Ex I.P. de Santiago (1981)
1993
Estatal

Fuente: Consejo Superior de Educación. http://www.cned.cl/public/Secciones/SeccionEducacionSuperior/listadoinstitucionesreconocidasfunciona.aspx#Uni

  • Universidades del sistema privado: creadas a partir de las reformas de 1980-1981 que buscaban abrir el mercado de universidades privadas. Actualmente se encuentran en funcionamiento las siguientes:

Institución
Inicio de Actividades
Regimen
Universidad Adolfo Ibáñez
1989
Examinación
Universidad Academia de Humanismo Cristiano
1988
Licenciamiento
Universidad Adventista de Chile
1990
Examinación
Universidad Alberto Hurtado
1998
Licenciamiento
Universidad Andrés Bello
1989
Licenciamiento
Universidad Autonóma de Chile (ex. Universidad Autónoma del Sur)
1990
Licenciamiento
Universidad Bernardo O'Higgins
1990
Examinación
Universidad Bolivariana
1989
Licenciamiento
Universidad Católica Cardenal Raúl Silva Henríquez
1992
Licenciamiento
Universidad Central de Chile
1983
Licenciamiento
Universidad Chileno Británica de Cultura
2006
Licenciamiento
Universidad de Aconcagua
1991
Examinación
Universidad de Arte y Ciencias Sociales Arcis
1990
Licenciamiento
Universidad de Artes, Ciencias y Comunicación Uniacc
1991
Licenciamiento
Universidad de Ciencias de la Informática UCINF
1990
Licenciamiento
Universidad de Las Américas
1989
Licenciamiento
Universidad de Los Andes
1990
Examinación
Universidad de Viña del Mar
1990
Licenciamiento
Universidad del Desarrollo
1990
Licenciamiento
Universidad del Pacífico
1990
Examinación
Universidad Diego Portales
1983
Licenciamiento
Universidad Finis Terrae
1988
Licenciamiento
Universidad Gabriela Mistral
1982
Examinación
Universidad Iberoamericana de Ciencias y Tecnología, UNICYT
1991
Licenciamiento
Universidad Internacional Sek
1990
Licenciamiento
Universidad La Araucana
2012
Licenciamiento
Universidad La República
1989
Licenciamiento
Universidad Los Leones (ex Universidad Marítima de Chile)
1991
Examinación
Universidad Mayor
1988
Licenciamiento
Universidad Miguel de Cervantes
1998
Licenciamiento
Universidad Pedro de Valdivia (ex Mariano Egaña)
1990
Licenciamiento
Universidad San Sebastián
1990
Licenciamiento
Universidad Santo Tomás
1990
Licenciamiento
Universidad Técnológica de Chile INACAP (ex U. Tecnológica V.P.R.)
1992
Licenciamiento

Fuente: Consejo Superior de Educación. http://www.cned.cl/public/Secciones/SeccionEducacionSuperior/listadoinstitucionesreconocidasfunciona.aspx#Uni

Existen importantes diferencias entre todas estas universidades, en cuanto a su tamaño, recursos, prestigio, nivel de exigencia, capacidad de hacer investigación, etc. Lo que tienen en común es que todas hacen docencia de pregrado, y este puede considerarse, por tanto, el principal eje de competencia del mercado. La cobertura engloba alrededor de 630.000 alumnos de pregrado; de estos aproximadamente 310.000 están en las universidades tradicionales y 320.000 en las del sistema privado (datos de 2010)[1].



[1] Juan Carlos Letelier y Jorge Mpodozis. El sistema es un escándalo y hay que pararlo. Disponible en: http://www.vamosviendo.cl/textos/universidad.pdf